Breve historia de la iluminación
La iluminación urbana, después de décadas de ser vista como benigna y un asunto exclusivo de ingenieros, entra hoy en el debate público. Esto se debe a la aparición de la contaminación lumínica y sus implicancias negativas para el medio ambiente, la salud y la astronomía. Comenzamos a iluminar nuestra ciudades hace apenas 200 años. Las ciudad que no duerme es un fenómeno vinculado a la seguridad y al trabajo, pero también a la recreación y al consumo. El comienzo de la iluminación representó un gran cambio social, y marcó fin de la experiencia de la “oscuridad natural”.
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En el pasado, la iluminación era escasa, cara y difícil de mantener encendida. Al requerir el uso de aceites, competía con la alimentación.El peligro de incendio era constante por lo que existía la política de apagado del fuego inmediatamente después de la cena: curfew (toque de queda) de covrefeu (cubre el fuego).
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Antes del siglo 17, no existía el alumbrado público. Ni en el Imperio Romano, ni durante la Edad Media y el Renacimiento se usaron lámparas de aceite en las calles, velas en las paredes o linternas en los dinteles. Al caer la noche cesaban las actividades y todo se cerraba y aseguraba. En la Edad Media, se cerraban las puertas de acceso a las ciudades y se ponían cadenas en las calles. Un decreto de Paris de 1380 decía “nadie puede entrar o salir de una casa a menos que pueda dar una buena razón a los magistrados” (en referencia al horario nocturno).
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Los serenos vigilaban la ciudad en las horas nocturnas, previniendo incendios y asaltos. En algunos lugares estaba facultado para encarcelar a aquellos que andaban de noche sin una razón justificada. Los viajes se hacían con luz de luna, y se confiaba mucho en los otros sentidos: ruido del tipo de carreta, señales aledañas, conocimiento diurno del camino. La iluminación era solo con antorchas y cubriendo una parte muy pequeña de la ruta.
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Las primeras fuentes de luz estables surgen en Europa y América del Norte en 1600, cuando se exige a la casas instalar lámparas o velas, solo por algunas horas después de la puesta de sol y durante el periodo de Luna Nueva. En Nueva York se pidió instalar un poste con una lámpara en cada casa, pero se cambió por uno cada 7 casas, por los reclamos de los vecinos debido al costo.
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En Boston se empezó a usar canastos encendidos en las esquinas de calles importantes. En 1800, en Londres, Paris, New York, Turín, Copenhagen y Amsterdam se estableció alumbrado público, mantenido por las ciudades, reemplazando las lámparas puestas por los ciudadanos.
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En Amsterdam, el inventor Jan van der Heyden desarrolló un sistema de alumbrado exterior con lámparas de aceite, que era más limpio, permitiendo reducir robos, apoyar el apagado de incendios y reducir las caídas a los canales. Estas lámparas de aceite necesitaban mucho cuidado y dedicación. Su brillo era muy bajo.
Las limitaciones de la iluminación con lámparas de aceite, con escasos niveles de luz y mucha preocupación, llevó al desarrollo del gas como fuente sustituta. Las primeras experiencias, a comienzos del 1800, se dieron en fábricas inglesas. Con una llama más confiable y con la opción de armar redes e interconectar los sistemas de alimentación, mostraba claras ventajas en una era de industrialización en plena marcha.
Por la misma época, el inmigrante alemán Friedrich Albert Winsor creó la primera compañía de iluminación con gas, la Chárteres Gas Light and Coke Company; poniendo en práctica el concepto de una red de distribución de alimentación contínua. Consiguió mayores niveles de iluminación, una fuente más limpia y estable, una buena apariencia; marcando una gran diferencia con las lámparas alimentadas con aceite y los candelabros.
Luego de la masificación del gas, se incrementa la vida nocturna diferenciándose los barrios ricos de los pobres también por la iluminación: gas versus aceite. El surgimiento de la clase media y su consumo después de las horas de trabajo va acompañado de la iluminación de calles y la mayor transparencias de los vidrios (algo en desarrollo desde 1600), lleva al uso más masivo de las vitrinas.
Durante el siglo XIX se acumulan los avances relativos a la iluminación:
La luz eléctrica.
El gas como fuente de energía.
La lámpara incandescente de Edison.
La corriente alterna de Tesla.
La lámpara de arco, inventada en la primera década de 1800, por Humprey Davy, pero desarrollada a niveles prácticos por el Inventor ruso Paul Jablochtoff en 1870 se movió a niveles de 500 a 3.000 candelas.
A partir del advenimiento del arco de luz el brillo de la iluminación se incrementa exponencialmente. Una lámpara de arco brilla más que 6 lámparas de gas. Incluso la naturaleza de la iluminación cambió, ya que aún con las lámparas de gas más desarrolladas, el ojo trabaja con los bastones. Con las lámparas de arco de luz, tan similares a la luz del día, se pasa a usar los conos retinales. Se sube la altura de los postes muy por sobre la línea de visión de las personas, abarcando y homogeneizando grandes áreas.
Hubo muchos detractores de estos avances, pero a partir del siglo XX nuestras ciudades se fueron acostumbrando a los grandes niveles de iluminación que hoy conocemos.